Garzón y Assange. Dos perfiles tan admirados como criticados


Durante esta semana se ha conocido que el inhabilitado juez español Baltasar Garzón colaborará en la defensa del activista y cofundador del polémico portal Wikileaks, Julian Assange.

Assange, periodista –a su pesar- enigmático y obseso por destruir el bloqueo y hermetismo de los gobiernos actuales, ha tenido en jaque a la todopoderosa inteligencia militar de los EEUU.



Con 41 años, su pesimista visión del periodismo - “dado el estado de impotencia actual del periodismo, me parecería ofensivo que me llamaran periodista”-  hizo que se embarcara en el famoso proyecto Wikileaks, portal cuyo objetivo es “brindar las noticias e información relevante al gran público” y que se jacta de que “una de nuestras más importantes actividades es publicar de la fuente original al lado de nuestras nuevas historias, así nuestros lectores pueden ver las pruebas de la verdad.”

Este genio del ocultismo y de lo enmascarado, experto en desvelar aquello que no ha de ser conocido, ha medido con cuidado sus palabras en todas y cada una de las entrevistas que ha concedido. Temiendo dar una mínima pista a sus enemigos, gobiernos y bancos, que buscan la mínima expresión para aclarar quiénes son sus fuentes.

Este halo de misterio le ha costado finalmente una orden de extradición con motivo de un posible delito de espionaje al haber publicado más de 250.000 cables diplomáticos estadounidenses.
Assange siempre se ha caracterizado por seguir su máxima “el fin justifica los medios”. Siempre ha defendido que el periodismo debe cuestionar a los Gobierno y no permitir el hermetismo que en la actualidad los caracteriza. Por ello se embarcó en la aventura de Wikileaks.
Sin embargo, entre sus colaboradores también encontró sus detractores. Fuentes de su equipo afirman que hasta cinco miembros abandonaron el proyecto por estar en desacuerdo con su modus operandi.

El caso de Baltasar Garzón no ha sido muy diferente. Internacionalmente se le ha reconocido por su orden de detención contra el ex dictador Augusto Pinochet. Aunque en España es conocido por su actuación en la investigación de los delitos del franquismo durante la Guerra Civil.

En este proceso, el juez llegó a pedir orden de levantamiento de gran cantidad de cadáveres fusilados durante el enfrentamiento civil que otorgó la victoria y el poder al general Francisco Franco.
Este levantamiento provocó una gran división de la población entre los que pretendían olvidar y superar el pasado y los que pretendían esclarecer las condiciones en las que perdieron a sus antepasados.
Garzón, volvió a ser el centro de la polémica en el pasado mes de febrero cuando fue inhabilitado por mantener escuchas telefónicas a los detenidos por la trama de corrupción política ‘Gurtel’. El ex juez controló así las conversaciones entre acusados y sus abogados para detectar así cualquier indicio de delito.

Pero, al igual que a su nuevo cliente, los medios usados para alcanzar su más que justificado fin (el esclarecimiento de una trama de corrupción), le conllevó una sanción de once meses de inhabilitación.
Tanto Garzón como Assange han sentido una simpatía mutua desde que conocieron la situación el uno del otro. Por ello, ambos ‘maquiavélicos’ defensores de la transparencia hayan unido sus fuerzas para limpiar sus malogradas imágenes y que los gobiernos les sigan brindando la oportunidad de, esta vez con otros medios, alcanzar sus fines.

Publicado en: eldiariofenix.com


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