La Unidad Popular: el broche a una eterna Transición

1.Jun.2015. - AROA.Vivimos en un momento histórico, es ahora o nunca, y la ciudadanía así lo ha entendido. Este suele ser el discurso repetido estos días por aquellos partidarios de lo que se conoce como ‘unidad popular’ y que no es más que, como decía Tania Sánchez en un acto a favor de una de estas candidaturas, “gente anónima haciendo política, haciendo historia”.

El pasado domingo, los movimientos de cambio se convirtieron en el invitado inesperado de la noche electoral. Veintitrés de las veinticuatro candidaturas conformadas para estas citas –municipal y autonómica- consiguieron representación en las asambleas y Ayuntamientos correspondientes llegando a desbancar al resto de partidos, como es el caso de Barcelona en comú, quedándose muy cerca, como Ahora Madrid, o llegando a empatar, como el caso de Leganemos, empatado con PP, PSOE y Unión Por Leganés.

Pero, ¿por qué han funcionado?

Como decía al principio, vivimos en un momento histórico y el análisis que voy a hacer no es nada nuevo: la falta de liquidez derivada de la crisis ha servido como excusa a un Gobierno, autodenominado ‘popular’, para llevar a cabo recortes basados más en ideología y amiguismo que en problemas de presupuesto. Lo público, defendido por la izquierda, y sin sentido por la derecha, se ha visto afectado en mayor medida.

La sanidad y la educación primero, los servicios sociales, la dependencia y todo tipo de empresas públicas, después, han visto cómo sus funciones se han ‘externalizado’ y sus recursos mermados en favor de otro tipo de empresas bajo el argumento estrella: “Hacen lo mismo pero más barato” -aunque informes económicos lo nieguen-.

Todo valía en busca de mermar la deuda, sin embargo, la deuda ha seguido creciendo, alcanzando en los últimos meses el 100% de lo que generamos al año.

¿Para qué tanto esfuerzo?


Esta ha sido la cuestión clave, “Tanto apretarme el cinturón, ¿para qué?”. Y es que, todo se resume en una foto: familias enteras acuden a los servicios sociales mientras los casos de corrupción bombardean en los telediarios, a los cuales Mariano Rajoy les echa íntegramente la culpa de haber perdido más de la mitad de los votos en estas elecciones –matar al mensajero siempre viene bien-.

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