Los domadores de los verdugos

Hoy se ha conocido al fin la sentencia del juicio por la muerte y desaparición del cuerpo de Marta del Castillo. Hoy me he dado cuenta de lo realmente manipulable que es la opinión pública en determinados casos.

Estoy de acuerdo en que la sentencia puede denominarse injusta. Pero en ningún caso estoy de acuerdo con la extendida afirmación de que este caso evidencia que la Justicia española no funciona. Al contrario, este caso es un ejemplo más de lo estudiado que se tienen las leyes algunos "personajes" para poder trampearlas en un momento dado. Sin cuerpo no hay delito. No basta con indicios para probar un hecho y poder condenar a una persona (a no ser que estos estén fuertemente consolidados, como es el caso del asesinato). Si no hay cuerpo, no hay pruebas de violación, por lo que Carcaño no puede ser condenado por ese delito, pero sí por el de asesinato, como lo ha sido.

Sin embargo, no quería centrarme en la sentencia, sino en todo el circo mediático que se ha montado alrededor y que ha provocado que el hastag #todosconMarta se haya convertido en TT escasas horas después de conocer el veredicto del Juzgado de Instrucción nº4 de Sevilla.

Circo mediático. Eso es exactamente en lo que se está convirtiendo cualquier caso de desaparición últimamente. De un tiempo a esta parte, es raro el mes en el que los magacines de sucesos, y más tarde los telediarios, no nos tienen en vilo con un nuevo caso de desaparición de un menor. Y lo peor de todo, los domadores de este circo acaban incitando a las bestias a convertirse en verdugos, olvidando que la verdadera responsable de impartir justicia, es la propia Justicia.

Estos domadores, se olvidan muy fácilmente de la presunción de inocencia, y rápidamente señalan a un culpable, siempre con la palabra "presunto" delante, dando vía libre a las masas, convertidas en fieras, para que lo demonicen y conviertan en, cuanto menos, un circo la vida y obra del imputado (si es que le ha dado tiempo a la policía, que no sería la primera vez que condenan a alguien sin tan siquiera estar imputado oficialmente), sino recuerden aquel padre, acusado falsamente de malos tratos por las heridas que la niña se causó al caer de un columpio y que más tarde la provocaron la muerte.

Aunque en el caso de Marta del Castillo no ha habido este tipo de negligencia por parte de los periodistas, sí  podemos concluir dos cosas: que Miguel Carcaño y compañía han sido unos maestros del capote toreando a policías, jueces, abogados y resto de la población; y que con la sentencia, tan lógica como injusta, los jueces han tenido el aluvión de críticas más grande que recuerdo, con lo que ha crecido la ya gran falta de confianza en la Justicia que tenía este país. Con ello quiero decir que este tipo de casos, en los que la resolución es tan complicada, los medios deberían detenerse más en los detalles que complican la vida al juez para dictar sentencia y que así la audiencia comprenda la resolución del caso, y no centrarse tanto en provocar la lágrima al espectador cuando ve a el sufrimiento de la familia de la desaparecida. Que está muy bien sentirse humano y sufrir por los demás, pero la prioridad es informar, no emocionar.

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